Demian Rugna vino a Sitges hace unos años y presentó sin ningun alarde ni anuncio la película Aterrados. Recuerdo entrar al Auditori a una de esas películas «de relleno de huecos» y salir cagado de la sala. Es un tío que no tiene ningún problema en usar niños para dar miedo en el peor de los sentidos, machacar hombre o mujeres o esos mismos niños de la manera más cruda y buscar los límites de lo que se entiende como aceptable. Este año vuelve con Cuando acecha la maldad y de un inicio nos avisa que lo vamos a pasar mal. En esta película vemos un mundo creado muy concienzudamente del que vamos conociendo cosas poco a poco. Un poseído o endemoniado que es tratado como si fuera el paciente cero de una zona rural apartada en época de pandemia. Unas reglas muy claras para matar al endemoniado, y unas consecuencias brutales si no se hace bien. La película inicia a todo trapo mostrando unos granjeros del culo del mundo de Argentina haciendo frente a eso, sin tener muy claro si lo que comentan es más terrores culturales o algo real. A medida que avanza la película, lo descubres. La escena en la casa de la familia es una locura, y juega con tus nervios haciendote saber que pasará, para al final pasar elevado al cubo. Y de allí Cuando acecha la maldad entra en una vorágine de locura que ya sabes como acabará y no precisamente bien. Demián Rugna lo vuelve a hacer, quizás no sorprenderá como con Aterrados, pero se consolida en la mente de los que somos fans del cine de terror. Pero de terror de ese que da miedo y te deja mal cuerpo. Ese es el cine de Demián Rugna.