Billy Lynn: el frente también está en casa

Ang Lee es taiwanés pero es indudable su parte de formación cinematográfica en Estados Unidos. Ha aunado títulos orientales y americanos, por separado o mezclado, ofreciendo a veces lo mejor de cada escuela y otras simplemente cumpliendo con la media de cada una. En esta última categoría entraría su último film, ‘Billy Lynn’, basado en el éxito literario de Ben Fountain.
Hay suficientes ejemplos, buenos y malos, de películas denunciantes o patrióticas sobre la guerra de Irak, como pasó en su momento con Vietnam. En muchas ocasiones el «frente de batalla» de la película no era en si el lugar del conflicto sino el propio hogar, donde los recuerdos de lo vivido en la guerra y sus consecuencias psicológicas marcan de por vida y te aleja de la vida civil normal. En este caso no es una lucha interior sino una revelación de lo a veces absurdo de la guerra pero que le da sentido el aún más aterrador circo que se forma en el homenaje a en este caso estos héroes condecorados tras una escaramuza en Irak.

Por eso Ang Lee opta por quedar entre dos tierras y no centrarse o profundizar ni en las tribulaciones del protagonista ni en el lado heroico ni tampoco en el prosaico, en esa interesada y mediática sociedad americana que tiene un reflejo perfecto en cómo tratan a esos soldados-chavales que lo único que tienen es su cohesión como pelotón y la fe ciega en un capitán. El camino recto para evitar lo banal; el deber para no tener que elegir; el refugio del peligro para no estar indefenso en una sociedad en parte enferma.
‘Billy Lynn’ es así una forma de llevarte por ambas vertientes: lo absurdo e inmoral del conflicto y la comprensión en las actitudes de unos soldados que en otro contexto podrían parecer caricaturas o incluso antipáticos pero que frente a lo peor del ‘american way of life‘ se acaban dignificando y cobrando sentido a su manera, volviendo al inicio patriótico pero desde una vertiente más interior. En realidad, nos dicen, la patria no es el propio país, al que como en un ligero eco ramboniano parece ningunear a pesar de las alaracas externas, sino que es tu propio pelotón, el ejército en si, en forma de otra familia.
‘Billy Lynn’ se deja ver y transmite todo ello pero no lo hace de la forma idónea, con un enfoque en este caso equivocadamente americano y sin la habilidad para mostrar con más elegancia y profundidad lo que subyace en todo el relato. Al final se queda en una película más sobre los errores y horrores de la guerra, el sentido de la misma, las consecuencias en los que participan y lo que se encuentran al volver, en otra batalla por sobrevivir hecha de espectáculo, falsedades, intereses y heridas familiares incurables. No está mal, no, pero de Ang Lee se podía esperar más y no aguanta la pretendida trascendencia con lo más terrenal de la condición humana, quedando en algo digno pero superficial.