Dunkerque: Milagro de Película

«Cuando reviso la escena en la que los soldados ven meterse a ese tipo en el mar, no sé qué está haciendo ese hombre, si piensa suicidarse o si de verdad cree que puede escapar de allí a nado…le pregunté al veterano de guerra si ese hombre iba a suicidarse, y no sabía la respuesta. Y era algo que había visto con sus propios ojos.»   Chris Nolan

Dunkerque no es una película histórica, ni siquiera es una película bélica, no es un Salvar a Soldado Ryan (1998), ni un Senderos de Gloria (1957), y pese a sus semejanzas, tampoco Una Delgada Línea Roja (1998) (clara inspiración reconocida por Chris Nolan). Dunkerque es Historia Humana, porque a diferencia de otras batallas llevadas a la gran pantalla, el director de Interstellar (2014) no impone su visión, no nos dice qué está bien o qué está mal, deja libertad para que cada cual se meta o no en ese mar.

Para mí es uno de los logros de Chris Nolan, esa búsqueda por contar historias reales pero sin buscar el horror por el horror, el patriotismo por el patriotismo o el heroísmo por el heroísmo…el foco de la cámara se sitúa a pie de playa con la infantería y el famoso espigón, dentro de los Spitfire con los pilotos de la RAF y dentro de las embarcaciones (militar y civiles) por mar.  Quería que estuviéramos allí, que sintiéramos lo mismo que sus anónimos protagonistas. Para ello se sirvió de tres tramas principales: tierra, mar y aire. Todas ellas transcurriendo en ese caos ordenado que fue la evacuación más improvisada de la historia militar moderna. Imaginad por un momento, dieciséis kilómetros de playa llenas de soldados británicos esperando ser rescatados durante diez días de bombardeos alemanes y minas marinas. La pregunta que todos se repetían era: ¿Cómo voy a salir de esto?

La angustia por saber si nuestros protagonistas iban a conseguir ser rescatados jugaba con un cuarto elemento (tierra, mar y aire) que era el tiempo. En las escenas más angustiosas oiremos un tic-tac de fondo, eso y mucho más, porque si hay algo que sobresale en esta película es el uso del sonido, muy por encima de una banda sonora (otra vez Hans Zimmer) ambiental y repetitiva como condición, y donde llamará la atención la escasez de diálogos. Y es que estamos ante otra obra casi maestra del director que mejor narra en la última década. Cuántos directores hubieran movido la cámara en las escenas de acción…Chris Nolan no, podría pero no, no le interesa. Busca a los clásicos bajando hasta las profundidades, utilizando referentes del cine mudo como Avaricia (1916) de Griffith o Amanecer (1927) de Murnau. Pero el espectador más joven, que no lo sabe, lo disfruta, lo aplaude y luego descubre porqué Dunkerque será un clásico con el tiempo. Y no me estoy refiriendo solo a elementos técnicos o de producción, recordemos que se ha rodado prácticamente todo real, hasta los Spitfire y algunos de los barcos son supervivientes, me estoy refiriendo al interés antropológico de Nolan, su rigurosidad histórica y todo el esfuerzo por no politizar esta historia.

Winston Churchill denominó a la evacuación de Dunkerque como un milagro. Tanto es así que un cúmulo de factores inconexos (climatología favorable en las playas, mala decisión táctica de Hitler de parar los avances Panzer, la participación de civiles que fueron con sus embarcaciones, las decisiones tomadas por Winston Churchill, etc.) hicieron posible lo que al principio nadie creía. Os recomiendo Darkest Hour (2017) con un impresionante Gary Oldman haciendo de W.Churchill.

Bien es cierto, que la película, cuando termina, quieras o no, te hace sentir muy orgulloso de ser británico. Yo que vivo ahora en UK, deciros que existe el llamado Dunkirk Spirit que responde a esa herencia de solidaridad, a ese sentimiento de supervivencia o, ahora que estamos con el Brexit, a esa confianza de que solos nosotros podemos salvarnos…