2017 será el año de la continuación de un clásico de la ciencia ficción: ‘Blade Runner’. Si en esta ocasión Ridley Scott cede la dirección a Dennis Villeneuve, lo que tras ver ‘La llegada’ puede ser un acierto, en la nueva saga-precuela de ‘Alien’ él mismo se ha puesto también tras la cámara. Lo hizo en ‘Prometheus’ (2012), con críticas y reacciones dispares pero genéricamente por debajo de las expectativas, sobre todo de los seguidores.
No obstante no hay que negarle a Prometheus el abrir un nuevo camino tan inexplorado como necesario: saber el origen de la historia que cuenta Scott en su obra maestra del 79. Las secuelas no daban para más (aunque aún está sobre la mesa la posibilidad de un Alien 5), pero de dónde provienen los aliens, cómo acabó esa nave allí, qué civilización era, cuál era su origen e intenciones y qué representa Industrias Weyland aglutinaba un tesoro para al menos otra trilogía como todo parece indicar.
Fotograma de ‘Alien: Covenant’
Si en ‘Prometheus’ nos introduce mediante una especie de prefacio sino la gran respuesta sí la gran pregunta a responder, en el nuevo título vuelve a ofrecer otra pregunta u otra respuesta pero que quizá sea la misma a otro nivel, en una serie de muñecas matrioska sobre creadores y criaturas, sobre trascendencia e inmortalidad que puede recordar a la conversación del creado Nexus-6 con el creador Tyrrell y que aquí protagonizan el creado David y el creador Weyland. Cuántos paralelismos.
‘Alien: Covenant’ tiene el acierto que otros le han dado a la continuación de ‘La Guerra de las Galaxias’: volver al espíritu inicial, con el riesgo que conlleva primar no decepcionar a los seguidores sobre superarse a uno mismo y asumir un riesgo que te puede hacer caer. Las preguntas más profundas de ‘Prometheus’ se apartan en cierto modo para simplemente continuar la lógica de los acontecimientos 10 años después de que la doctora Elizabeth Shaw y el androide David queden atrapados en el planeta. El resultado es una acertada mezcla de la atmósfera de la película madre, una violencia más cruda, reminiscencias de títulos como ‘Pitch Black’ y un inmenso Michael Fassbender, absoluto protagonista y clave de la historia.
Quizá falta carisma y más desarrollo de personajes en el resto del elenco pero el relato no requiere de mayores florituras actorales y quizá es un trasunto del fondo del film: una humanidad colonizadora pero débil y perdida ante unos orígenes de la propia vida y de la inteligencia que sólo los sintéticos parecen comprender (¿os suena del otro clásico de Scott?). De ahí que el núcleo esté entre los aliens y los androides como si los creadores fueran la parte débil y prescindible, al contrario de cualquier religión al uso, continuando con el trasfondo filosófico de la saga, más allá de la pura acción y suspense.
‘Alien: Covenant’ se erige como el mejor título de la saga tras la primera ‘Alien’ y la potente secuela de James Cameron. Su fuerza visual y el equilibro entre preguntas y respuestas hace que, lejos de cansarte de este universo, pidas más desarrollo y un final a la altura de algo que ya forma parte de nuestros miedos y al mismo tiempo de nuestro legado audiovisual. El inquietante y fabuloso final no hace sino reforzarlo y esperar con ansia la tercera parte de la precuela. Si Ash admiraba en la primera entrega la pureza del alien, podemos decir que Ridley Scott ha retomado esa pureza de su criatura.
