Quien haya visto el trailer le habrá venido inmediatamente a la mente un nombre: Quentin Tarantino. Poco hacía presagiar que el guionista de ‘Perdidos’ y su debut en la dirección con la original ‘La cabaña en el bosque’, Drew Goddard, nos brindaría este film para unos magnífico y para otros pretencioso.
Algunos de los protagonistas de esta peli coral
‘Malos tiempos en El Royale’ no aporta nada nuevo a ese tipo de película tan tarantiniana que mezcla lo noir, lo coral, las historias entrecruzadas que acaban formando un todo, por capítulos y con unos personajes bien desarrollados y muy barrocos en su pasado e intenciones. Un divertimento en un solo escenario, un hotel entre dos estados americanos (Nevada y California), obvia metáfora de algo que que al final no se materializa, yéndose por otros derroteros.
Como siempre en este tipo de películas nada es lo que parece y los diálogos están llenos de pistas y despistes que te mantienen alerta y deseando siempre que en la siguiente escena te sorprendan. Es un arma de doble filo porque está jugando con espectadores que ya hemos visto de todo, escarmentados con todo tipo de giros, pero aquí sigue funcionando y muestra esa falsa apariencia no sólo en los personajes sino en el propio hotel, trasunto de una época convulsa y corrupta, incierta y violenta.
Los hoteles pueden ocultar lo peor de la sociedad, de los huéspedes que lo visitan, bajo un envoltorio agradable o al menos civilizado. Es un mensaje deliberadamente obvio porque enseguida toma partido por los golpes de violencia como punto de referencia para el avance de la trama, como si quisiera decirnos que tales brotes son los que hace avanzar las historias macabras para bien o para mal. Los actores están bien, siempre destacando Jeff Bridges y algo pasado de vueltas Chris Hemsworth.
‘Malos tiempos en El Royale’ entretiene durante sus largos 141 minutos de metraje con una puesta en escena impecable pero le falta ese toque mágico, esa atmósfera inexplicable que el bueno de Quentin suele lograr. Al menos Goddard no pretende emular esos diálogos para que el parecido no sea descarado, no sé si deliberadamente o no. Lo cierto es que el guión, siendo pura diversión, no logra esa vuelta de tuerca del género como hizo en ‘La cabaña en el bosque’ y nos brinda un final inesperadamente convencional aunque efectivo.
Desde luego Drew Goddard es un director a seguir por esa intención de dar la vuelta a los géneros. En la siempre difícil segunda película no ha patinado pero tampoco ha dado el campanazo, aunque formalmente ha creado un buen referente, impersonal por momentos pero con una intención, pasando de ampulosos planos secuencia y movimientos de cámara a planos fijos que recuerdan a ciertos clásicos sin desentonar en el conjunto.
Demasiadas cosas en la coctelera pero sin lograr la mezcla y el sabor perfecto sale airoso y apetece tomarte otro.
