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El cine presente es siempre reflejo de situaciones presentes. La crisis ha hecho que se hagan muchas películas sobre el tema y el debate o la obsesión por la seguridad y la justicia también crean sus hijos cinematográficos. Anarchy: la noche de las bestias, aunque burdamente, pretende poner sobre la mesa una premisa interesante aunque inverosímil incluso en Estados Unidos, donde ocurren los hechos. El argumento es muy simple e impactante: en un futuro próximo la sociedad americana ha alcanzado casi el pleno empleo, aunque con las desigualdades de siempre, y casi nulas cotas de delincuencia. La razón o la compensación, no explican cuál de ellas, es un decreto gubernamental por el que una vez al año, durante 12 horas (del ocaso al amanecer), hay impunidad total para cometer cualquier delito, incluido el asesinato. Lo llaman La Purga.
Fotograma de Anarchy: la noche de las bestias
Sí, ya sé, a algunos quizá os suene todo esto. Efectivamente, hace apenas un año se estrenó un título similar, con título parecido (The Purge: la noche de las bestias), con mejores resultados que esta casi copia con algunos matices: mayor violencia, menos pretensiones reflexivas y un claro tufo, ayudado por su bajo presupuesto, a película de serie B o destinada directamente al circuito de DVD. James DeMonaco, otro guionista evolucionado a director, no se complica en su primera obra detrás de las cámaras y desarrolla un tema ya usado sin mayor interés en sacar más jugo a una premisa interesante pero finalmente sólo aprovechada en su vertiente más violenta y simple, recreado todo ello por actores desconocidos y bastante planos.
Anarchy: la noche de las bestias comienza de manera manida, se recrea en su tramo central en la violencia gratuita sin mayores ambiciones que diálogos simples, situaciones burdas y nula emoción, y remonta un poco en el tramo final presentando el siempre socorrido pero que aquí al menos sirve de salvavidas comodín de la diferencia clasista y la abyección aún mayor de los que más tienen. En el tramo final al menos parece pretender reflejar el hecho de que la violencia es siempre violencia, pero las diferencias y las motivaciones (venganza o frustración en las clases bajas y medias, pura diversión y sadismo en las altas) hagan que finalmente creas o te convenzas de que hay violencias «mejores» o «peores», más aún en un país con un arraigado sentido de la autodefensa y gusto por las armas, bien dibujado -esto sí- en el film.
Estamos en definitiva ante una cinta olvidable, cargante en su tramo central pero medianamente interesante en su desenlace, añadiendo quizá ya tarde un oportuno frente de violencia de alto standing y reflexión social mínima; eso sí, con la sempiterna resolución que en nada se corresponde con toda la propuesta anterior pero que deja un regusto aceptable. Sólo te queda imaginar qué haríamos en una por otra parte inverosímil posibilidad como ésta, si seríamos lobos o corderos, víctimas o verdugos.
Lo mejor: sin ser para lanzar cohetes, el tramo final.
Lo peor: lo burdo y plano de la parte inicial y central.
Estreno: 25 de Julio.
