CALVARY: REDENCIÓN A QUEMARROPA

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Con cierto retraso nos llega esta coproducción estrenada en abril pasado en Irlanda y en UK. Proyectada en los festivales de Sundance y en la Berlinale por el director inglés, pero de origen irlandés, John Michael McDonagh narra el calvario de un sacerdote tras ser advertido, en su propio confesionario, que será asesinado al séptimo día.
Calvary es una de esas películas que pasan desapercibidas para el gran público. No es una rara avis como Magical Girl (2014) de Carlos Vermut y no viene laureada por la crítica como la sobrevalorada Leviatán (2014) de Andrei Zvyagintsev. Es un film de los que yo llamo viscerales, ese cine que busca remover conciencias pero desde las entrañas, sin llegar a los niveles de Dogville (2003) de Lars Von Trier, o A Serbian Film (2010) de Srdjan Spasojevic.
Uno de los atractivos para ver Calvary es su protagonista Brendan Gleeson, muy conocido por sus papeles en blockbusters como Braveheart (1995), Troya (2004) o como el profesor del parche en el ojo «Mad-Eye» en la saga de Harry Potter. Pero fue El Reino de los Cielos donde me sedujo como el arrogante Reynald de Chatillon en aquella escena que tras arrodillarse para pedir falsa clemencia es azotado y humillado por el «rey leproso» Balduino IV. Y es que Brendan Gleason son esos actores de presencia plena, esos actores como Orson Welles, que antes de abrir la boca ya te han dicho todo con su no-verbal. Son auténticos animales de la pantalla, como el recientemente malogrado Philip Seymour Hoffman.
El otro atractivo para recorrer este calvario, no es ya sólo la fotografía de este pueblo costero, Easky en la escarpada costa atlántica de Irlanda, sino el uso que hace el director de las localizaciones, del oleaje, de los senderos, de la playa…como auténtico secundario de lujo en un film que te va dando bocanadas de aire fresco con esas panorámicas para luego despistar cuando volvemos a los interiores: donde viven los dos sacerdotes, el típico irishpub, la mansión del broker, el hospital,etc. A mí me recordó mucho Calvary al Sam Peckinpah de Perros de Paja (1971), la misma tensión in crescendo, los mismo estereotipos de habitantes, cada cual representante de su ideario en este caso confrontado más con lo que representa la Iglesia actualmente que no por lo que hace o deja de hacer su pobre «pastor de Dios». El tema de la pederastia, el nihilismo extremo del doctor, el libertinaje sexual, etc. Todo aquello que entra en frontal resonancia con lo que predica la Iglesia se muestra con una rabia sorprendente, como si hubieran tantas cuentas pendientes con y contra la Iglesia, que todo lo demás nos da igual. Me pareció, sin duda, uno de los temas más interesantes.
Calvary es una reflexión valiente y visceral, para unos, de la crisis tan enorme que está viviendo la Iglesia, para otros de la crisis de valores de las descarriadas ovejas que perdidas parecen haber devorado a su pastor. La pregunta sería: ¿qué es para ti estar perdido? o ¿para qué necesito yo un pastor?.