De nuevo vamos a obviar el debate de la revisitación una y otra vez de clásicos del cine o, más frecuentemente, de clásicos ochenteros; estos últimos han marcado no solo a los de su generación, sino que atrae a las posteriores por el entusiasmo de aquellos que ahora son padres o abuelos. Al margen de esa insistencia o de si es que ya no hay ideas para llevar al cine y superar esos clásicos, lo cierto es que si están bien hechas y son medianamente entretenidas, nos valen y las disfrutamos. Es el caso de ‘Cazafantasmas: Imperio helado’.
Vuelta al origen
Ojo, es una continuación de las secuelas ‘Cazafantasmas 2’ y ‘Cazafantasmas: Más allá’, pero abandona lo rural y el estilo ‘Stranger Things’ para retornar a la bulliciosa Nueva York pero de nuevo con la familia Spengler como protagonista, o mejor dicho, coprotagonista, porque esta nueva película es de lo más coral, con un total de nada menos que 12 ghostbusters. Es una vuelta nostálgica a las dos primeras películas ochenteras y una renuncia a la gran olvidada, la versión femenina de 2016, llena de buenas ideas y mucho más irreverente y cómica, pero que fracasó en taquilla.
Y si de nostalgia hablamos, supondrás que el plato fuerte es la vuelta de los originales a la trama. Es cierto que tienen poco peso y escenas, y no radica el fallo en esa brevedad, porque podrían haber sido breves pero inolvidables, sino porque sus apariciones están poco desarrolladas, un poco metido con calzador para que salgan ellos. Lo bueno es que aún así no desentona y sumado al buen hacer del elenco de la nueva generación de cazafantasmas, comenzando por Paul Rudd y sobre todo por el personaje más desarrollado e importante de la película, el de Mckenna Grace, el conjunto es más que aceptable.
Montaña rusa y clímax
‘Cazafantasmas: Imperio helado’ comienza fuerte, se mantiene con altibajos en la parte central y despega en una última media hora oscura y donde por fin explota la trama que da nombre a la película. Se convierte en casi una película de terror, si no fuera por los continuos detalles cómicos, sobre todo del personaje interpretado por Kumail Nanjiani. Hablando de personajes, casi todos repiten y se añaden otros que no tienen tanta influencia pero suman en esa inesperada coralidad de todo el film.
Esta nueva secuela de la saga satisfará si a los que están descubriendo este universo, a las nuevas generaciones y a los más nostálgicos, sobre todo porque es la que más recuerda a las dos primeras originales. No hay momentos que se quedarán en la retina, ni siquiera, y desgraciadamente, los protagonizados por los cazafantasmas primigenios, desaprovechados por un guion sin riesgo hacia lo más gamberro o lo más artístico; cine palomitero familiar agradable y disfrutable, que visto otras propuestas de revisión de títulos míticos, es ya decir mucho.
