Llegó el esperado retorno de la saga Alien con ‘Alien: Romulus’, dirigida por el Fede Álvarez, y digo esperado no porque hayan pasado siete años desde ‘Alien: Covenant’, sino porque se anunció como el retorno al origen y esencia de la cinta original de 1979.
En el ya universo Alien, que incluso se ha cruzado con el de Predator, hay varias facciones: la mayoritaria, incondicionales de las dos primeras obras maestras, ‘Alien: el octavo pasajero’ (1979) y ‘Aliens’ (1986) y más detractores de ‘Alien 3’ (1992) y ‘Alien: resurrección’ (1997), pero aceptando la tetralogía clásica, por así decirlo, y renegando de la nueva saga más filosófica de ‘Prometheus’ (2012) y ‘Alien: Covenant’ (2017); los que les gusta toda la saga, con más o menos favoritas; e incluso una minoría que ven en las dos últimas la mejor esencia de todo el universo creado, alejados más del grupo del siglo XX.
Servidor se encuentra entre dos aguas, por supuesto siempre situando en el pedestal, muy por encima, a la primigenia obra cumbre de Ridley Scott de 1979, pero valorando lo que supuso cada una, aportando más ingredientes a la saga y cada una con el estilo de sus creadores, todos ellos de relumbrón: James Cameron en ‘Aliens’, David Fincher en ‘Alien 3’ y Jean-Pierre Jeunet en ‘Alien: resurrección’; luego llegaría de nuevo Ridley Scott en ‘Prometheus’ y ‘Alien: Covenant’. Casi nada.
¿Dos caminos que se encontrarán?
Las dos últimas películas de la saga, que volvió a dirigir Ridley Scott, supuso para muchos una decepción y dejó descolocados el nuevo giro hacia una explicación y expansión por derroteros filosófico-antropológicos, derivado de narrar lo que la mayoría se preguntaba más: qué les pasó a los seres de la nave que encuentra la Nostromo; para otros, entre los que me encuentro, unos derroteros apasionantes y que dio como resultado dos cintas notables, por no decir muy notables.
La pregunta ahora es: ¿se continuará por la vía Prometheus con una tercera entrega, se volverá al «hilo» Alien, tras Romulus, o ambas para que se encuentren en un punto? Para los muy fans, todas son válidas, deseosos de que el universo no se cierre, pero está claro que muchos pedían a gritos, nunca mejor dicho, la vuelta al film de 1979; y vaya si lo han hecho, porque ‘Alien: Romulus’ nos lleva al año 2242, 20 años después de los acontecimientos en la Nostromo; y se retoma de nuevo el fondo oscuro y claustrofóbico, aunque sea en un planeta minero de inicio, con los problemas de obreros casi esclavizados.
Pero en este caso los protagonistas no son curtidos trabajadores más especializados como los de la Nostromo, sino chavales, hijos de mineros, que no quieren acabar como sus padres, y deciden huir del planeta al enterarse que hay una nave varada en órbita. Su plan se torna en pesadilla, porque pasan de la depredación corporativa a la física, en una vuelta a esa metáfora bien perfilada en ‘Alien: el octavo pasajero’, donde los trabajadores verbalizan un sistema inhumano y acaban víctimas de otro factor evolutivo igual de inhumano, pero en este caso alienígena y atávico. Pero esa es otra cuestión de los cientos de análisis que se han hecho del film de Ridley Scott. Volvamos a ‘Alien: Romulus’.
Un cóctel bien mezclado y agitado
Con estas premisas, todo lleva a una mezcla del Alien original con una cinta entre gore y slasher que no oculta sus intenciones mixtas de ofrecer lo mejor de estos subgéneros, con el retorno en atmósfera, diseño de producción, trama y desarrollo, a la película del 79. Y aquí los fans podrán disfrutar de varias referencias a la obra maestra de Ridley Scott, denotando que el director, Fede Álvarez, es un incondicional más de ese monumento cinematográfico. Se notan sus tablas y buen hacer en cintas suyas como ‘Posesión infernal’ y ‘No respires’, usando parte de esas ideas en este nuevo capítulo de Alien, que bien podría ser una segunda parte cronológica de la primera, mezclando incluso elementos de ‘Aliens’.
El guiño y homenaje a la cinta primigenia, sin perder su personalidad, es tal, que el espectador se va a sorprender con un personaje que, sin embargo, es una de las pegas en lo técnico. La protagonista y heroína de la cinta, está a la altura y no te lleva a comparaciones con Sigourney Weaver, ni se pretende. ‘Alien: Romulus’ acierta en la vuelta a la artesanía en decorados y monstruos, pero es inevitable hoy en día combinarlo con CGI, y ahí es donde la película cojea en algunas escenas. Sin embargo, se perdona porque la cinta tiene ritmo desde el principio, los personajes enganchan, aunque sean actores desconocidos o casi desconocidos, y sobre todo, una vez más, destaca el que corresponde a un sintético, con una nueva perspectiva y particularidad que hace lucirse al actor que lo encarna, David Jonsson, y de paso, da un punto de apoyo y giro a toda la trama.
Lo que queda claro es que Fede Álvarez construye un auténtico acto de amor a la saga, sobre todo a la película original de Ridley Scott, y se nota su devoción, añadiendo su toque personal y elementos que conectan con ‘Aliens’ y con los dos últimos títulos de Prometheus y Covenant, con lo que no solo deja satisfechos a los fans de las dos primeras, sino también a los que les gusta toda la saga completa y los que quieren también que la otra vertiente más filosófica, trascendente y grandilocuente siga su curso. ‘Alien: Romulus’ es un gran divertimento, bien ejecutada, no perfecta ni disruptiva pero efectiva y brillante por momentos, que te retrotrae a esa época ochentera de grandes títulos de ciencia ficción, usando de hecho la misma estética incluso en la tecnología mostrada, llena de botones, cables e ingeniería que suena siempre a esa época.
Estreno: 15 de agosto.
