
Corren los años 60 y es el último día de la enfermera Patricia (Eva Habermann) en la clínica. El mismo día en el que el Doctor Guy (George Hardy) recibe a unos expertos para patentar su último invento. El experimento sale mal y se desata el caos: el quiste viviente ha nacido.
La premisa no puede ser más clara y absurda, esta es una comedia de terror de aquellas que caen en festivales en aquellas sesiones maratonianas de las que no puedes escapar. Pese a que tiene algunos momentos divertidos y graciosos acaba por ser demasiado repetitiva y torpe, y el interés y la atención se pierde. Para el que busca chorros de pus y granos gigantes, esta es la película.
Lo mejor es, sin duda, su duración, 69 minutos. Lo peor, todo lo demás.