[xrr rating=3.5/5]
Vamos a empezar por el final, por un final que da igual lo coherente o no que es, porque es alegato de lo que nos muestra la película; un final hipnótico y con un speech que deja huella. Durante la hora y media anterior, ‘Dope’ se muestra poco renqueante ante sus debilidades y firme, muy firme ante sus méritos. Y de eso precisamente va este film que escribe y dirige Rick Famuyiwa, de contradicciones y contrariedades, de dos caras de una moneda, de lo que se es y lo que parece y lo que eres y te hacen ser.
‘Dope’ parece arrancar como una comedia más con trasfondo social y toques gamberros ambientada en unos suburbios y con la comunidad afroamericana como protagonista. Pronto vemos que los toques de humor son deliberadamente ligeros y bien espaciados, que el discurso racial y social es secundario, para centrase en el meollo del asunto, en el verdadero trasfondo de la realidad, en la verdadera estratificación social: pardillos y listo, malos y buenos, soñadores y pragmáticos.
El protagonista, que bien podría ser un alter ego del director, puesto que le sitúa en el mismo suburbio californiano donde nació y con el mismo origen nigeriano, es un friki anclado en los 90 que aspira a entrar en Harvard, pero un encuentro fortuito con un narco del barrio cambia su cotidianidad. Sin embargo, más allá de los tópicos, gags (escasos pero graciosos) y personajes bien hilvanados, se nota que el director pretende algo más y es de agradecer. Quizá no debería haber esperado al gran epílogo y quizá también debería haber aprovechado más la parte central de la película en vez de tardar tanto en desarrollar la historia pero el resultado es un film entretenido, una forma más irreverente y desencorsetada de contar problemas como la identidad, el racismo, las decisiones vitales, la delincuencia y lo relativo de ciertos convencionalismos y prejuicios sociales.
‘Dope’, con sus equilibradas dosis de acción, humor, amor, entuertos pre universitarios y de barrio, deja una mezcla de sonrisa y reflexión a partes iguales.
