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Fotograma de ‘El niño 44’
Tom Hardy está de dulce y sin duda es la perfecta simbiosis entre actor de acción y dramático, basculando continuamente entre su contundente presencia física y su capacidad de expresar fortaleza o debilidad. De los desiertos apocalípticos de ‘Mad Max’ ahora le podemos ver encarnado en un héroe de la II Guerra Mundial reconvertido, como tantos otros, en agente garante de los preceptos de la Unión Soviética stalinista.
‘El niño 44’ (‘Child 44’) se embarca en varios frentes, saliendo airosos de todos aunque sin victoria clara en ninguna batalla, más allá de las buenas interpretaciones de Tom Hardy, Naomi Rapace o Gary Oldman (¿cuándo no está bien uno de los secundarios más prolíficos?). Qué falla: pues nada en particular, simplemente es una cuestión de cantidad y no de calidad. Daniel Espinosa (chileno afincado en Dinamarca) no imprime personalidad alguna a la dirección pero es solvente en cada una de las capas: la situación de control absoluto del régimen de Stalin, donde todo el mundo es sospechoso de traición; las víctimas inocentes de la caza continuada de supuestos delatores; y de otro lado, insertado hábilmente aunque sin profundizar por la necesidad insistente de tocar una y otra vez todos los palos sin centrarse en ninguno, la trama del asesino en serie, convirtiendo al protagonista en un investigador obsesionado con encontrar al culpable como forma de redimirse y encontrar una esperanza en un país sumido en la oscuridad.
‘El niño 44’ da la impresión, bajo la producción de Ridley Scott, de pretender emular los grandes títulos de David Lean, pero los tiempos han cambiado y ni el director está a la altura ni la moda de tocar tantos palos suele dar como resultado una obra redonda. Sin embargo nos deja momentos de gran intensidad dramática y de acción, lo que la sitúa en la tierra de nadie de las obras pretenciosas pero tan correctas que cualquier otro reproche de mayor calado se antoja imposible.
La Rusia de Stalin, las consecuencias del conflicto armado, las penurias de un pueblo sometido y temeroso, la férrea disciplina y sus consecuencias en toda la vida pública y privada, incluso en lo más obvio a la solidaridad y la excepción como el asesinato de niños. Parece mucho pero simplemente estamos ante un film intenso, entretenido y valorable por lo que propone pero que continuamente te hace sentir insatisfecho, si bien al menos arriesga en la jugada inicial.
