La verdad es que algunas de las mayores vivencias en un cine en mi vida cinematográfica y en especial en la última década están ligadas a Marvel. Esa doble entrega de Vengadores con Infinity War y Endgame quedará en mi retina y en mi cerebro por el resto de mis días.
Y también quedará en mi retina la primera película de Los Guardianes de la Galaxia, una oferta diferentes dirigida por un director que ya me había hecho reír antes con Super y que chocaba bastante con los ofrecido por Marvel hasta ese entonces: personajes muy desconocidos para el público estándar, una aventura en el espacio, humor muy absurdo, y un guión afiladísimo y redondo que junto a su grandísima banda sonora ochentera hizo las delicias en mi casa.
Luego vino una segunda entrega, que pese a no sorprender, se intentaba desligar tanto de la Fase Top de Marvel que encontraba su propio toque soez elevado al cubo y traía mucho colorido y buenas aventuras de nuestros nuevos héroes estelares (y macarras) favoritos. Y más música.
Una entrega a lo loco
Hablando de música, escribo esta crítica escuchando el soundtrack de Guardianes de la Galaxia: Vol 3, ya que además de recordarme grandes hits de mi infancia, me muestra algunos nuevos de los que no tenía conocimiento.
Guardianes 3 (a partir de aquí se llama así) gira alrededor de la vida de Rocket Racoon, un mapache modificado genéticamente por una mente enferma que está obsesionada con crear nuevas especies y ser un Dios.
Mezclando varios flashbacks de sus inicios y de sus antiguos amigos, Guardianes 3 gira el guión alrededor de un malvado que no es tan todopoderoso como lo eran anteriores, pero que afecta a lo más importante: la amistad entre los Guardianes y su necesidad de guardarse las espaldas.
Guiados por un Star-Lord (Chris Pratt) en horas bajas por la pérdida de su Gamora (digo «su», porque hay Gamora, pero es otra Gamora –Zoe Saldaña-), los Guardianes se enfrentan a este enfermo malvado e intermitentemente a otro, uno importante en el mundo comiquero de Marvel llamado Adam Warlock, interpretado por Will Poulter, que al fin y al cabo, pese a tener su relevancia, se queda en un mero WTF de manual… ya que no acabas de saber ni qué aporta ni por que está allí.
Que vivan los animales
La película tiene un claro toque animalista, ya que su idea se podría extrapolar a cualquier maltrato animal del planeta tierra que tanto se trata en redes sociales, pero lejos de hacerte empatizar a mi hay ciertas cosas que me chirrían.
No se si es que me he vuelto mayor o ya lo miro todo por el prisma de si puedo llevar al cine a mis hijos o no, pero Guardianes 3 (de las dos primeras son muy fans) tiene un diseño estético y de producción con el que no comulgo para nada. Juntando el toque animalista con experimentos al más puro rollo steam punk, la película nos presenta ingentes cantidades de criaturas altamente maltratadas y modificadas genéticamente, mostrando un largo ejército de bichos pesadillescos y bizarros que ni Tim Burton podría aceptar.
El estilo James Gunn
Una cosa está clara: James Gunn va a su puta bola y si Marvel tiene un libro de estilos, él se lo restriega entre las piernas y luego se mea encima, antes de fichar definitivamente por DC. Y ojo, eso no es malo: es buenísimo. Estoy harto de las películas de Marvel que siguen un esquema claro, seguro y seguramente definido por una Inteligencia Artificial en base a todos los comentarios de los usuarios, entregando así pelis y pelis insulsas y que no aportan una mierda porque no se mojan más allá de si le pongo un traje de latex o de cuero al personaje.
Guardianes 3 sigue con su propio estándar, con su humor absurdo, macarra y soez, y si te gusta sé bienvenido, sino quédate en casa. Como digo, eso perfecto. Lo que me chirría más es ese elenco y ese estilo sacado de los peores sueños de Edgar Allan Poe que no es que me haya tirado a mi hacia atrás, sino que me atrevo a decir que más de un niño, fan de las películas de superhéroes, abandonará la sala de cine aterrado por lo que ve. O peor aún, no la abandonará y luego no dormirá en una semana: Kevin Feige, ven tu a dormir a mi hijo, cabrón.
Lo que sí esperaba de la película es emocionarme por lo que ofrecía el trailer, y por los comentarios que había leído, y bien, sí, en alguna escena ha habido amago de lagrimilla, pero al menos, lo que es a mí, no me ha llegado a tocar tanto como esperaba. Me estoy haciendo mayor.
El ¿cierre? correcto de una saga diferente
A nivel de acción y metraje la película cumple con lo esperado: peleas espectaculares (algunas rodadas en plano secuencia complicadísimo – a la vez que imagino, bastante trampa-), ritmo, música, risas, y unas buenas 2 horas y media que aunque quizás se hagan algo largas, son más disfrutables que los mejores 20 minutos de la última Black Panther (vs el tritón fondón).
En el reparto, cerrado por la voces de Bradley Cooper y Vin Diesel y con el gran Dave Bautista y las grandes Pom Klementieff (Mantis, de lo mejor) y Karen Gillan (Nebula) cumple y te hacen formar parte de esta gran familia que siguen ampliando con nuevos elementos.
¿Que si es la última? De James Gunn seguro, de los Guardianes pues es posible que no. De hecho en la escena post-créditos hay una frase que deja entrever que esto no acaba aquí. Pero bueno, eso ya es cosa de Kevin Feige y de toda su tropa, que más que preocupados por si hay otra Guardianes de la Galaxia, deberían empezar a preocuparse por si en esta nueva fase pasará algo relevante o seguirán dejando películas de las que en pocos años ni recordarás de tanta sobreexposición como tenemos.
