Heresy nació como un capítulo de un proyecto televisivo pero debido a su calidad y factura totalmente cinematográfica se convirtió en un mediometraje de una hora sólido y redondo. La sinopsis es sencilla: en un pueblo medieval, una chica se las verá canutas para sobrevivir en un pueblo de fanáticos obsesionados con un mal que habita en el bosque.
Una fórmula interesante que curiosamente compartía sesión en el TerrorMolins 2024 con la multipremiada El Baño del Diablo, y que, sin duda, bebe de la misma fuente. Es como la hermana pequeña, menos pausada y más fantástica de esta última.
En esta ocasión tenemos a Frieda (Anneke Sluiters), una joven con carácter, prometida con un hombre que está a dos mechones en la cara de convertirse en Teen Wolf. Paralelamente tenemos a un carnicero cabrón al que chica que ve, chica que acosa, y a un cura que se erige como juez y verdugo de todo lo que ocurre en el poblado. Ante las dificultades para concebir de la pareja, la responsabilidad, el peso y la culpa recae en Frieda. A raíz de esto, la protagonista se verá envuelta en un altercado del que solamente puede escapar huyendo al bosque. Un bosque oscuro y frondoso al que todo aldeano teme y del que nadie duda de que mora el diablo.
Sin querer desvelar demasiado, hay una clara denuncia a la presión social y a la violencia ejercida hacia las mujeres desde las personas que ostentan el poder y también desde una sociedad cómplice y claramente machista y fanática religiosa. En este caso, esa violencia recae sobre todo (pero no únicamente) sobre el personaje de Frieda. Buena puesta en escena, buenas interpretaciones y buen uso del fantástico en este pequeño film que deja buen sabor de boca hasta el final e invita a la reflexión.
