Como lo son las sagas de ‘Misión: Imposible’, de Bourne o por supuesto James Bond. Todos tienen en común que son casi imposible de matar. John Wick se ha colocado por méritos propios a ese nivel, o incluso superior, con ese halo de misticismo entre fatalista y oriental. En Oriente se centra, precisamente, parte de la película, que como es lógico retoma de nuevo el punto donde se quedó la tercera parte. Y es que el periplo de John Wick se convierte así en un río sin retorno, en una huida hacia adelante, en este caso buscando su libertad y su paz.
‘John Wick 4’ es probablemente la mejor de la saga, no porque tenga mayores méritos conceptuales o artísticos (es más de lo mismo, que es lo que queremos los fans de esta saga), sino por cómo mezcla ese cóctel una vez más casi agotador pero embriagador para el espectador de lucha, tiros y tajos a ritmo frenético, intercalada con esas escenas marca de la casa breves pero intentas de diálogos tan afilados como las armas blancas que usan pero llenos de melancolía y dignidad humana, a pesar de la brutalidad del conjunto. La violencia cubre todo, pero con halo de poesía. Eso es John Wick.
Pero es mucho más: siempre en el filo de poder caer en el ridículo pero en el fondo tan alejado de él, con una puesta en escena, coreografía de lucha, fotografía, montaje… impecables. Y en actuaciones, qué decir de Keanu Reeves, que esta vez se enfrenta a un espléndido villano (Bill Skarsgård, el payaso de ‘It’) y que tiene como contrapunto enemigo-aliado a Donnie Yen, que se come la pantalla cada vez que sale con su elegante y mortal lucha sin importar que en la película es ciego. Si, lo habéis leído bien. Y lo mejor es que no chirría para nada.
LA GOZADA DE ‘JOHN WICK 4’
Sin embargo, ‘John Wick 4’ está más allá de análisis. Es puro cine de acción, que aúna lo mejor del género de los 70, con «gotitas» de western, y por supuesto con el inconfundible aroma que impregna siempre el legado de ‘Matrix’, la otra saga mítica que hizo mito a Keanu Reeves, los videojuegos, el cómic y el cine oriental. Mezclado y en este caso muy agitado y tenemos casi 3 horas de pirotecnia que te deja sin aliento pero que se te pasa volando, otro mérito de una película donde no pretende inventar la pólvora ni evolucionar dentro de la saga, a no ser por los nuevos personajes y las originales escenas que no hemos visto en las otras tres entregas.
‘John Wick 4’ y toda la saga es puro cine de acción moderno que no inventa nada pero borda casi todo, y con un sello que se mantiene fiel, quizá en parte porque el director sigue siendo Chad Stahelki, al que por cierto, tiene pendiente su siguiente estreno, nada menos que ‘Ghost of Tsushima’. En definitiva, tras ver esta ¿última? entrega de la saga, lo mejor es disfrutarla, saborearla tras reponerse del shock de casi tres horas y analizar lo menos posible, porque John Wick ya forma parte del cine moderno en lo estético y en lo profundo, por mucho que la base sea una amalgama de peleas a lo ninja, tiros, trajes pret a porter antibalas y escenas imposibles.
