Hace dos años se presentaba en España una película dirigida por Tomas Alfredson: “Déjame entrar” de título original “Let The Right One In”. Este film adquirió un gran valor por parte de la crítica que lo llevó a conseguir varias nominaciones y algún que otro premio. Este año, el 22 de octubre se estrena el remake de Let the Right One In: Déjame entrar (Let me in)
Para todos aquellos que no sepan de lo que estamos hablando, Let me in cuenta la historia de Owen, un niño solitario que sufre acoso escolar, y que, para más inri, acaba de atravesar la dura separación de sus padres. Pero su vida cambia por completo, cuando conoce a su nueva vecina: una guapa muchachita llamada Abby, de cabello rubio y tez blanca, aparentemente normal. Ambos forjan un estrecho lazo de amistad, pero Owen tendrá que enfrentarse a su nueva realidad; pues el vecindario sufre una serie de asesinatos que coinciden con la llegada de Abby, y sólo él sabe la verdad.
Esta vez, Déjame entrar (Let me In) dirigida por Matt Reves, cuenta en su reparto con Kodi Smit-McPhee (Owen) Chloë Moretz (Abby). Pero, para los que piensen que esta crítica, hablará del remake como tal, y se basará en una comparación de la película de Alfredson y Reves están muy equivocados. Si quieren eso, dejen de leer y busquen por su explorador otra crítica que les hable de lo bueno y lo malo de cada una. Si no es así, siga leyendo, pues este escrito constará de criticar una película totalmente independiente, lejos de cualquier “mejor/peor que”; pues siempre me han enseñado que las comparaciones nunca fueron buenas, y esta vez, no iba a ser menos.
Let me in es un film de terror, pero si creen que al ver esta película, van a pasar miedo, o sufrir cualquier tipo de susto que les haga saltar del asiento, están totalmente equivocados. Miedo ninguno y sustos cero. Lo bueno y lo indiscutible, es que a lo largo del film la tensión va in crescendo, algo que consigue que el espectador se vaya metiendo cada vez más en la historia, de forma pausada, pero intensa. A esto, ayuda la música, y (en cierta medida) la lentitud con la que trascurre la trama, que consiguen engancharnos y en muchas ocasiones ponernos los pelos de punta. Y digo “en cierta medida, la lentitud” pues ésta, puede hacer que la película nos resulte a veces, aburrida.
Los primeros planos están muy logrados, y sobre todo, bien elegidos en las escenas más dramáticas o violentas. Éstos, pueden llegar a sensibilizarnos y a crearnos cierta tensión.
También, y por supuesto, mención especial para los pequeños protagonistas de la historia: Kodi Smit-McPhee y Chloë Moretz. La ingenuidad y honradez con la que dota Smit-McPhee al personaje de Owen, consigue llenar la película de inocencia y sencillez. Y todas estas cualidades se ven contrastadas por el personaje de Abby, quien nos deja bien claro el típico tópico de que las apariencias engañan, y mucho. Ambos, llevan el film de forma bastante notable, sobre todo en las diferentes escenas dramáticas.
En términos generales, la película está bien llevada. Es, por así decirlo, un film de terror, que sólo crea suspense, pero que es sorprendentemente elegante.
