Cualquier estreno de Martin Scorsese es un acontecimiento cinematográfico, como lo son los de los otros clásicos vivos: Clint Eastwood y Steven Spielberg. Es un privilegio que los tres estén aún vivos y activos, ya octogenarios o incluso nonagenarios, como Eastwood. Siguen dando lecciones de cine pero lo de Scorsese es un plus adicional. A sus casi 81 años (los cumple en noviembre), se sigue reinventando y buscando otras vías de expresión y de rodaje, siempre dando lecciones magistrales.
Sí, este Scorsese no es el habitual, si es que hay uno habitual, como no lo era en su reciente y magistral ‘Silencio’. Digamos que no es el de la mayoría sus otras obras por las que es más recordado. ‘Los asesinos de la Luna’ (‘Killers of the Flower Moon’) es una crónica sobria, casi aséptica y documental, a pesar de su crudeza y pasión inherentes a lo que le conmueve lo que narra, de un auténtico genocidio silencioso, un puro retrato de la maldad y la podrida condición humana. Dirás que hay muchos títulos donde el maestro neoyorquino lo refleja, para empezar, en un título que se podría relacionar, ‘Gangs of New York’, pero no tiene nada que ver, al menos en estilo y forma.
Casi tres horas y media de desazón
Esa podría ser la palabra: desazón. No es que la película se haga larga, sino que da la impresión de que Scorsese la alarga adrede no por necesidad narrativa, sino para que la ignominia continua se te vaya impregnando poco a poco y al final desees fervientemente que acabe ya, no por que no te guste lo que estás viendo desde el punto de vista artístico, sino por saturación.
Poco a poco, pausadamente y sin concesiones de estilo, con una dirección fordiana, de esas que no se notan (sí, es otro Scorsese), de un clasicismo puro que rememora el western clásico con el crepuscular y con el documentalismo-homenaje a ‘Ciudadano Kane’, para comprender antes el origen de la historia y por qué deriva en esa vorágine de intriga y violencia soterrada y planificada, y que se muestra cruda en pocos momentos, no como contraste, sino porque apenas es necesario ese acento puntual entre las líneas y párrafos de una narración grave, dura, sólida y por momentos asfixiante.
Crónicas americanas
Si por algo se distingue Scorsese, es por haber filmado grandes crónicas de la América del siglo XX, como ‘Malas calles’, ‘El rey de la comedia’, ‘El aviador’ o ‘El lobo de Wall Street’, e incluso de época, como ‘La edad de la inocencia’, la excepción formal de lo que hasta ahora había hecho, con pinceladas a veces de exceso premeditado, a veces histriónicas, otras con ironía o violencia desmedida, otras con descreimiento o caricaturizando personajes, pero siempre con esa fina visión entomológica de las miseras y contradicciones de la sociedad, igual de mísera y contradictoria en los bajos fondos o en despachos de ejecutivos, en el Japón medieval o en el Nueva York primigenio, en la sociedad victoriana bostoniana que esas mismas calles en el siglo XXI.
Pues ‘Los asesinos de la luna’ es su obra definitiva sobre los cimientos en los que se construyó Estados Unidos, con una historia perfecta para retratar a los pobladores primigenios indios Osage, el cambio que supuso primero la llegada del hombre blanco y luego, como en este caso, del petróleo y las modernidades, y así unir los cambios de unos y las ambiciones de otros, que callada y metódicamente van eliminando a la población india no con incursiones por la fuerza, sino desde dentro, conviviendo con ellos y creando una sociedad común, casándose con las mujeres indias, y envenenándolas o asesinándolas para obtener las jugosas herencias de un pueblo que le había tocado la lotería con la aparición del oro negro en sus tierras, pero que se había convertido en una maldición.
Las dos Américas
En medio de todo esto, y como pivotes de toda la historia, dos personajes que squizá sean los más cuidados y perfilados en la filmografía de Scorsese: el bobalicón, enamorado y a la vez pendenciero Ernest Burkhart, que interpreta Leonardo Di Caprio (el sexto film con el director neoyorquino) y la india digna, inteligente, abnegada y luchadora Mollie, a la que da vida Lily Gladstone. Dos papeles de Oscar, comedidos, afinados, llenos de aristas y matices.
Y entre ellos, el mal puro, sibilino, manipulador, falso y rastrero, que interpreta un Robert De Niro, de vuelta (diez colaboraciones ya entre él y Scorsese), que como no podía ser de otra manera, lo hace con el director que le ha dado algunos de sus mejores papeles. Llena la pantalla y sus escenas con Di Caprio son para ver y analizar una y otra vez. Pero solo con De Niro Scorsese se permite en un plano, seguramente intencionado, recordarlo en otro de sus papeles fetiche, el de Al Capone de ‘Los intocables de Elliot Ness’, de Brian De Palma.
Al margen de esos detalles, es una película de difícil digestión además, que requerirá de más visionados para sacarla todo el jugo y apreciar los matices que por fuerza se van a escapar entre tanto drama y desasosiego durante casi tres horas y media.
Varias películas en una
Scorsese, como cualquier director de su generación, desgraciadamente esté ante una de sus últimas, o quizá última, película. Si cualquier otro proyecto hubiera parecido un testamento fílmico, tras ver ‘Los asesinos de la Luna’, se tiene la sensación rara de que sería perfecto un cierre de carrera así, con un película sobria, redonda, compleja y pura, pero que al mismo tiempo deseas más del directo, más si cabe, en uno de los mejores currículums fílmicos de la historia del cine.
Este último título le encumbra aún más si cabe, por volver a demostrar que puede ser muchos scorsese, aunque por encima de todo está su mirada única para narrar con precisión e hipnotismo unas historias que suelen ir acompañadas de un afilado guion y diálogos, como es el caso, con el trabajo del propio director junto a Eric Roth, nada menos. Han logrado un fresco monumental, un trozo de la historia de América: crónica histórica, drama familiar que deriva en policial y judicial, thriller por momentos, épica, western y finalmente un homenaje que no desvelamos, a modo, aunque muy distinto, del epílogo de Spielberg en ‘La lista de Schindler’. 207 minutos de una lección magistral más de Martin Scorsese.
Estreno: 20 de octubre en cines, y posteriormente en Apple TV+.
