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Sylvester Stallone, Jason Statham, Jet Li, Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson, Antonio Banderas, Wesley Snipes, Harrison Ford, Dolph Lundgren… La tercera entrega de Los Mercenarios sigue el festival de viejas glorias del cine de acción y de actores de indudable prestigio que se apuntan ya a un bombardeo (nunca mejor dicho) como Ford o Banderas, al que se suma además el malo de manual que interpreta Mel Gibson.
Los Mercenarios 3 (The Expendables 3) es más de lo mismo. Para unos será mejor, para otros peor, pero no engaña a nadie y si estás deseoso de ver acción sin parar, si disfrutas aún con los mamporros y tiros de Stallone, si echabas de menos a Schwarzenegger fumando un puro mientras empuña un arma de alto calibre en vez de dando discursos en California, no sentirás haber desperdiciado dos horas ni tirado tu dinero.
La dirección de Patrick Hughes (Red Hill) es de manual sin más y la historia, escrita por el propio Stallone, es de lo más previsible y simple (pero tiene un Oscar a mejor guión por Rocky así que, por qué no). No obstante, es lo de menos, porque la franquicia es cierto que podía avanzar hacia derroteros más ambiciosos o sorpresivos, pero quizá perdería su claro espíritu nostálgico, su estilo ochentero y la sensación que se respira al verla de ser un grupo de viejos colegas pasándoselo bien y haciendo lo que mejor han sabido y saben aún hacer. Todo ello, lo real, traspasa la pantalla hacia lo cinematográfico y se une en un clima general de aceptación de lo ofrecido.
La película transita por tanto por una “apacible” vía continua pero plagada de adrenalina, explosiones, peleas, tiros, clichés del género, chistes habituales pero siempre efectistas, guiños a la vida real (por ejemplo, con el reaparecido tras su condena Wesley Snipes) y la aparición de nuevos rostros que ayudarán a las viejas glorias. La decisión de este cambio o cohabitación generacional puede ser criticable pero da ese punto que siempre ha gustado a Stallone de reflexión sobre el paso del tiempo, la lealtad y el orgullo, en este caso en el marco colectivo en contraposición con el individualismo y soledad de su Rambo.
Mención especial tienen las incorporaciones acertadas de Harrison Ford como jefe de operaciones y que da pie a la habitual diatriba entre la oficialidad del gobierno y la realidad a pie de obra, Mel Gibson haciendo de un malo tantas veces visto pero siempre eficaz y un histriónico y verborréico -en este caso perfectamente encajable y justificado- Antonio Banderas, que interpreta nada menos a que a un ex legionario español expulsado y que perpetra una escena memorable cantando el himno de la Legión, lo que leen, sí.
Los Mercenarios 3 no pasará a la historia del cine, ni siquiera del de acción pero sí al echar la vista atrás recordaremos con simpatía e incluso agradecimiento el haberse juntado esta pandilla de entrañables y letales musculados (aún). Es duro envejecer pero más duro aún sería resignarse a envejecer sin más.
Lo mejor: da lo que ofrece, pura acción y algunos momentos para recordar.
Lo peor: la historia es demasiado previsible.
Estreno: 14 de Agosto.
