Nunca me abandones (Never let me go) basada en la aclamada novela de Kazuo Ishiguro, The Remains of the Day y adaptado por el guionista Alex Garland (28 días después, Sunshine) ha sido llevada a la gran pantalla por el director Mark Romanek (One hour photo), gran fan de la novela. El film es ante todo una respuesta a una pregunta, ¿qué nos hace humanos?
La vida de Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth ( Keira Knightley), tres jovenes que se conocieron cuando eran niños en el idílico internado de Hailsham, cambiará para siempre cuando descubran el terrible destino que les depara y la razón por la que han sido creados. Al margen de este final, surgirán profundos sentimientos y miedos que marcarán el breve camino de sus aisladas vida.
Nunca me abandones es una poética y admirable reflexión sobre el sentido de la vida. Situada en una nostálgica, húmeda e hipotética Inglaterra habla sobre lo que nos da significado y sobre como el amor y la amistad nos pueden salvar de nuestro destino.
Directa al corazón, sencilla e íntima en su construcción y en su puesta en escena, nos lleva de la mano hacía los más profundos tormentos de tres jóvenes que no pueden escapar de su destino y cuyas ganas de sobrevivir salpican la pantalla.
La película abre una reflexión sobre un modelo de sociedad que permite y tolera una realidad tan monstruosa como perfectamente posible, la clonación como cura de las enfermedades modernas pero pasando por el lento asesinato de algunos de sus miembros. Con todo, la propuesta de Romanek se centra más en los sentimientos de sus tres protagonistas, no muy lejanos de las preocupaciones de cualquier joven actual, que en retratar esta humanidad que parece vivir conforme con su realidad.
Propuesta interesante y removedora, actúa como una mancha de profunda melancolía que se expande por el interior del espectador. Nunca me abandones es una historia altamente recomendable, sin ninguna concesión y tan atroz como bella.
