Pasajeros: los viajes siempre tienen un destino

El director Morten Tyldum venía con unos antecedentes muy sólidos: ‘Headhunters’ y ‘The Imitation Game’. Su debut en la ciencia ficción mantiene su buen hacer no sólo en la factura final sino en los temas que aborda. Lo bueno del género es que siempre atraerá a sus incondicionales fans como servidor y además puede reclutar seguidores puntuales gracias como en este caso a lo que relata más allá de naves, paseos espaciales y puentes de mando. ‘Pasajeros’ consigue ambas cosas.
El comienzo «clásico» del film, el solitario periplo de la enorme nave entre información de la tripulación y su destino y el no menos solitario paseo de la cámara por sus dependencias, nos puede retrotraer a títulos míticos del género pero es un espejismo formal. Y no es porque la película quiera ser original en la forma -de hecho veremos múltiples y continuos guiños a Scott o Kubrick– sino porque rápidamente se centrará en el eje central: el periplo personal de dos pasajeros que emulan el de la nave, herida a su vez como ellos… hasta ahí puedo escribir.

‘Pasajeros’ sorprende más por lo que plantea que por cómo lo plantea. Su convencionalismo se compensa con creces por la empatía que te transmiten los protagonistas casi únicos del film, debatidos entre su pasado, sus sueños de nuevos colonos o emigrante estelares y el presente de las decisiones en caliente que derrumban supuestos muros morales. Y así, en el rectilíneo pero accidentado viaje de la nave, dentro habitan dos seres rodeados de personas (no entro en más detalles) pero totalmente solos en su viaje personal aparentemente sin rumbo. La continua montaña rusa de sentimientos y acciones se vuelve totalmente verosímil bajo las especiales circunstancias que plantea el film y cobra todo el sentido para explicar la complejidad de las decisiones frente a la sencillez del sentido que pueden acarrear, en un relativismo tan paradójicamente sólido como las leyes que gobiernan el espacio que surcan. El caos emocional de las partes en los humanos y el universo frente a la armonía final del todo.
Chris Pratt y Jennifer Lawrence demuestran una química perfecta tanto en sus fases de odio como de amor. Efectivamente, la película de Tyldum navega por diversos sistemas solares donde pasamos del romance futurista al drama y del thriller a la más pura tragedia espacial existencial. Cada una de esas fases las pasa con nota y te mantiene con el interés y el entretenimiento intacto, salvo algunas escenas más innecesarias por lo extremo convencional o previsible.
 
‘Pasajeros‘ es un ejemplo más de la época dorada que vive el género no sólo por los medios técnicos actuales (que obviamente facilitan las opciones y recursos) sino porque va acompañado como en este caso especialmente de interesantes propuestas argumentales terrenales que no sólo no pierden fuerza en gravedad artificial sino que se amplifican lejos de nuestro planeta de origen. Porque estemos donde estemos, el amor, la soledad, el odio, la contradicción, la moral, el miedo, la esperanza y el destino individual marcarán nuestro devenir, aquí y a millones de kilómetros.
(Un apunte final y una reflexión: atentos a la espectacular escena de la piscina y ¿qué pinta tan brevísima aparición de Andy García si como han jurado no habrá secuela?).