Torrente 5: operación retorno

[xrr rating=3.5/5]
Se lo confesé al mismo Santiago Segura, y a todo el personal que acudió al pase de prensa de Torrente 5: Operación Eurovegas, era la primera película de Torrente que veía después de haber visto la primera hace ya 16 años. No es que no me gustase el debut del ahora icónico personaje, todo lo contrario, simplemente no me sentía muy cómodo con el «fenómeno Torrente». Siempre he pensado que parte del éxito de la saga, o en todo caso del personaje, se debe a las razones equivocadas. Por supuesto que no le vamos a decir a nadie por qué motivos debe gustarle una peli, esa es una experiencia totalmente subjetiva, personal. Pero lo que es innegable es que el creador del personaje tenía unas intenciones, y que muchos no fueron capaces de captar el sarcasmo. Es decir, a uno puede gustarle un personaje que es un fascista, machista, racista, homófobo, ladrón y completo hijo de puta, pero eso no significa que se identifique con él o que piense que es un modelo de conducta positivo. A uno le puede gustar mucho el villano de un tebeo, pero no le gustaría convertirse en él. Tengo  claro que mucho fan radical de Torrente sí se identifica, al menos en parte, con el personaje, y está claro que la saga se ha aprovechado de ello para convertirse casi siempre en un éxito de taquilla. Como dijo Santiago Segura, no se puede ir repartiendo un manual de instrucciones a la gente que entra al cine, y por supuesto, por mucho que haya una parte del público no entienda ciertos aspectos de la película, no les va a prohibir la entrada o recomendarles que no vayan a verla.
¿Qué ha cambiado entonces para que me decidiese a ver la quinta entrega de Torrente? Pues sin duda el contexto en el que Segura ha querido situar la película, el de un futuro cercano, el año 2018, en el que Torrente sale de prisión y se encuentra con que España ha sido expulsada de Europa, ha vuelto a la peseta, Cataluña se ha independizado y el proyecto Eurovegas finalmente ha prosperado. Lo que me enganchó fue la idea de ver a ese personaje que conocí en la primera entrega, reaccionando a semejante debacle para la patria española. Y no iba desencaminado, Torrente 5 se puede entender perfectamente sin haber visto las anteriores entregas, incluso sin haber visto la primera (aunque quizás ahí sí que se pierde parte de la gracia), y por lo que dicen los que sí conocen la saga, es la que más se parece a la primera.
Pero no os penséis que el argumento gira entorno a un Torrente que se vuelve completamente loco y empieza a matar catalanes o pretende meter algún tanque por la Diagonal. Este colchonero muy ex-policía se siente tan defraudado por la situación que decide pasarse al otro lado y convertirse en un criminal (porque él antes pensaba que no lo era). Con los contactos que ha hecho en la cárcel, consigue hacerse con un plan para robar el casino del recientemente inaugurado Eurovegas, y para ello iniciará una operación al más puro estilo Ocean’s Eleven. Cierto es que la película tiene una pequeña parte de glamour hollywoodiense con la participación (y no un simple cameo) de Alec Baldwin, pero el resto de elenco, como os podéis imaginar, dista mucho de la sofisticación de George Clooney y compañía. Torrente reunirà a una serie de elementos que parecen sacados de una peli de… bueno, pues de una peli de Torrente, claro. Y lo que viene a continuación, no por previsible, deja de ser gracioso y entretenido. Como os decía, no puedo comparar el trabajo de Santiago Segura con sus anteriores repartos, pero el miedo a que la película se convirtiese en un «freak show» puro y duro se disipa rápido, y queda claro que este director-domador de personajes limítrofes ha aprendido a controlarles e incluso a sacarles buen partido (incluso Jesulín de Ubrique es creíble, y ya no digamos Cañita Brava). Lo que no os revelaremos es la considerable cantidad de cameos de «amiguetes» que aparecen en algún momento determinado, para no chafaros algunos de los mejores gags de la película (llegué a aplaudir uno de ellos, que tiene mucho mérito).
No creo que el resultado de esta quinta entrega se pueda comparar con el impacto que tuvo la primera, ni creo que lo pretenda. Esto es Torrente, y por lo tanto, hay chistes de caca-culo-pedo-pis-nos-hacemos-unas-pajillas, y algunos de los gags son de lo más previsible. Pero si lleváis tanto tiempo como yo sin darle una oportunidad, creo que es la película idónea para recuperar, e incluso reconciliarse, con el brazo tonto de la ley. Porque Torrente es un personaje al que te gusta odiar, porque sigue siendo esa parodia de la España más rancia que muchos queremos olvidar, pero que no es malo recordar (de vez en cuando) que existe. Porque si vas a ver la película sin manías, es probable que te arranque más de una sonrisa, e incluso algunas carcajadas (ojo a los subtítulos que le ponen a Torrente cuando habla con el personaje de Alec Baldwin). En definitiva, Torrente ha vuelto, y para él no parecen haber pasado los años… los años de la dictadura, se entiende.