Estamos ante otra película que ya suena para los Oscars, ante otro gran producto que aúna entretenimiento y calidad, ante otra buena peli de deportes, de carreras en este caso, aunque ‘Le Mans ’66‘ (‘Ford v. Ferrari’) es mucho más.
James Mangold dirige con pulso y mismo brío que el protagonista conduce ese Ford mítico un film que narra la historia real de un ex piloto y otro mecánico y piloto que llevaron a la marca americana a no sólo desbancar el dominio de Ferrari de las carreras maratonianas, sino que también hizo que Ford fuera entonces el dominador tres años más.
Es una historia de lealtad sobre todo porque, aunque los protagonistas lo logran, no fue gracias a las facilidades de Ford, aunque sí de su dinero. Y es que esa es otra de las reflexiones de la película: el poder de la perseverancia y el trabajo en equipo frente a la burocracia y los intereses corporativos, la amistad frente al trepa de turno, la pasión frente a la simple ambición. Son esos contravalores y valores los que pugnan continua y acertadamente en la película bajo un ritmo que nunca decae, haciendo que las dos horas y media pasen tan rápido como las excelentes escenas de carreras que muestra.
‘Le Mans ’66‘ podría haberse quedado en un film más de la superación americana, del ‘ir siempre a más’ o ‘ser el mejor siempre’, pero logra que te olvides de esa parte patriótica y te centres en la historia personal de los protagonistas (excelentes y siempre carismáticos Matt Damon y Christian Bale). Una historia tan entretenida y adrenalítica como pasional y sentida, que concluye que la producción, el dinero y la competitividad es necesaria, pero la lealtad, la pasión por lo que haces y la perseverancia es la clave. Chasis y motor. Cabeza y corazón. Te vas del cine tan acelerado como emocionado. Eso es mucho decir.